MI HIJO NO COMPARTE… ¿Y QUÉ? 


Como padres o madres nos preocupamos cuando nuestros hijos o comparten las cosas. Es por ello que nos ha parecido interesante escribir sobre este tema. Esta vez lo haremos a través de situaciones para visualizar mejor el tema propuesto. MI HIJO NO COMPARTE.¿Y QUÉ? 

 

Tenemos dos situaciones de la vida cotidiana:

  • Una en el que te arrebatan el teléfono de las manos
  • Y el otro donde a  María, de 3 años, le quitan su hermosa foca azul de juguete de las manos. 

 

 Caso 1:

Estás sentado tranquilamente en un banco, esperando a tu amigo. Estas escribiendo en tu movil. La música te mece y zigzagueas entre tus mensajes, tus juegos, tus emails…pero gran sorpresa de repente te lo arrebatan de las manos. Tu compañera de asiento te ha estado mirando fijamente durante un rato y parece que estaba locamente apasionada por tu móvil: ¡más grande, más bonito y más potente que el de ella! En resumen, ¡estás atónito y no dudas en gritarle y enfadarte y preguntarle si está loca! Estás visiblemente muy enfadado… Normal me dirás… Incluso los del otro banco le miran sorprendidos y con mala cara. 

MI HIJO NO COMPARTE.¿Y QUÉ?

Caso 2:

María está sentada en la plaza. Ella pone arena en su balde. Su madre se sienta en la esquina del parque cuidándola. María tiene 3 años y está muy orgullosa jugando con su hermosa foca azul.

De repente y por sorpresa a María  le quitan su foca. Nora, que estaba sentada a su lado, prefería este juguete a su camioncito rojo. ¡María  llora y se aferra a su juguete ! Para recuperarlo, incluso empuja a Nora hacia atrás (¡ay!), lo que la hace caer violentamente. La madre de María , que ve a su hija empujando Nora, corre hacia las dos niñas. ¡María es reprendida y fuertemente criticada por no prestarle sus cosas! Empujar a Nora no es una solución y “¡no se hace! «.

MI HIJO NO COMPARTE. ¿Y QUÉ?

MI HIJO NO COMPARTE¿Y QUÉ?

 

Estas dos historias son bastante similares… La primera te parece improbable, mientras que la segunda te parece más “común”. Que te roben el movil o incluso que te lo presten es inconcebible. Los adultos no prestamos nuestra ropa, ni nuestro teléfono, ni nuestra bicicleta, al primero que llega (ni incluso a las personas más cercanas…).

Al observar a los niños en la plaza, en la escuela, pudemos notar esa “manía” que tienen los adultos por querer transmitirle al niño que “prestar es bueno”, “prestar es bonito” y así decirle que no prestar es ser «malo» y «egoísta».

Ponerse en el lugar del niño durante 5 minutos es tomar conciencia de su “pequeño mundo”. ¿Por qué «amablemente» prestaría su juguete cuando es suyo? ¿Por qué se privaría del placer de jugar para dejárselo a ese otro niño?

Porque, para el niño: una foca preciosa, un cochecito precioso, un muñeco bebé, un super tractor, equivale a tu móvil, a tu bolso, a tu bici, a tu reloj…!

 

El niño debe tener límites, integrar prohibiciones, respetar a los demás… Pero, antes de llevarlo de vuelta, imagínate unos minutos, unos segundos en su lugar…

MI HIJO NO COMPARTE ¿Y QUÉ?

Volvamos a la situación de María . ¿Cómo debemos (re)actuar?

Para María:

Emoción. Lidiar con la ira es muy importante. María tiene derecho a estar enfadada y hay que devolvérselo. “Tienes razón en estar enojada María, lo entiendo. No estás feliz porque Nora te quito el juguete…»

Prohibición /límites . Hay que decirle que no tiene derecho a empujar, que está prohibido actuar así. “¡Puedes decir que no o llamarme! «.

Propuesta: “Puedes quedarte con tu juguete. Si quieres jugar con Nora, puedes decírselo, pero no es necesario. Encontraremos otro juego para ella”.

Para Nora:

Emoción. “Nora,  sé que tienes muchas ganas de jugar con la foca de María, que te gusta mucho, pero no es tuya. María está jugando con eso”.

Prohibición /limites. “Está prohibido quitarle el sello a Maria. Puedes verlo, preguntarle, pero no tienes derecho a quitarle su juguete así.

Propuesta. «Te voy a ayudar a encontrar otro juego. – oh mira el gran tobogán… -María  está jugando con su juguete en este momento».

Suscitar la emoción del niño antes de evocar la prohibición, el límite, le permite ser escuchado. El cerebro del niño, a una edad temprana, aún es inmaduro. Por lo tanto, no tiene la capacidad de pensar en la situación y decirse a sí mismo “no, no le voy a quitar el juguete, no está hecho” o “no la voy a empujar, le voy a explicar …”. Todo esto se puede aprender…

Debido a su inmadurez, los niños realmente necesitan a los adultos para aprender, descubrir y comprender el mundo que les rodea.

 

¡ Animo familias  que a todo se aprende! Vamos a dar recursos y ayudar a nuestros niños y niñas en la apasionante aventura de crecer. 

 

 

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